Tuesday, March 06, 2007

India: cada vez se alquilan más vientres (baratos)

Después de pasar de un trabajo temporario a otro, Saroj Mehli finalmente parece haber encontrado una buena fuente de ingresos. Tiene un empleo de nueve meses, para el que no se necesitan capacidades especiales, y el verdadero trabajo llega al final, cuando da a luz. Si todo sale da acuerdo con el plan, Mehli, 32, parirá un bebé saludable a principios del año que viene. Pero, en lugar de vivir con sus otros tres hijos, el recién nacido será entregado a una pareja norteamericana que no puede tener hijos propios y que contrató a Mehli para que lo haga por ellos.

Le van a pagar unos 5.000 dólares para actuar como madre sustituta, un dinero que le llevaría más de seis años ganar con su salario como maestra en un pueblo cerca de Anand, en la India. “Tal vez renueve o amplíe mi casa o lo gaste en la educación de mis hijos o en la boda de mi hija”, dijo Mehli. Más allá del dinero, dijo, existe la recompensa de darle felicidad a una pareja infértil en Estados Unidos, donde este tipo de servicio le costaría miles de dólares más, para no mencionar los potenciales escollos legales.

Impulsadas por muchos de los factores que llevaron a las empresas occidentales a radicar parte de sus operaciones en la India en los últimos años, cada vez más parejas infértiles del extranjero llegan a la India en busca de mujeres como Mehli que estén dispuestas a alquilar sus vientres. La tendencia es evidente para médicos como Indira Hinduja, tal vez la especialista en fertilidad más prominente de la India, que recibe una consulta desde el exterior cada dos semanas. También se la puede detectar en Internet, donde una mujer joven india recientemente publicó un aviso en un sitio web ofreciendo portar en su panza el hijo de una pareja de indios expatriados.

También está el dramático ejemplo de la familia de Mehli. Dos de sus hermanas ya actuaron como madres sustitutas –una de ellas para una pareja extranjera-, al igual que una cuñada. Mehli finalmente decidió unirse a la legión, con el consentimiento entusiasta de su marido, un peluquero, y la guía de un médico local que se convirtió en una especie de celebridad al arreglar más de una docena de “transacciones” de este tipo en los últimos dos años, tanto para parejas indias como de otras nacionalidades.

Algunos consideran que esta práctica es un resultado lógico del rápido crecimiento económico y la liberalización de la India en los últimos 15 años, una conjunción perfecta de oferta y demanda en un mercado globalizado. “Es una cuestión de ganar o ganar”, dijo S.K. Nanda, ex secretario de Salud en el estado de Gujarat. “Es una empresa absolutamente capitalista. No hay nada que no sea ético”.

Otros no están tan seguros sobre las implicancias morales y les preocupa la explotación de las mujeres pobres y los riesgos en un país donde 100.000 mujeres mueren cada año como resultado del embarazo o el parto. Que las parejas ricas de Occidente les paguen a mujeres indias para usar sus cuerpos, dicen, es, en el mejor de los casos, desagradable y, en el peor, falto de escrúpulos. “Uno está sometiendo la vida de esa mujer que será una madre sustituta a algún tipo de riesgo”, dijo C.P. Puri, director del Instituto Nacional para la Investigación en Salud Reproductiva en Mumbai (ex Bombay).

Ambas partes del debate coinciden en que el negocio de la fertilidad en la India, incluyendo el “turismo reproductivo” de los extranjeros, es potencialmente enorme. Las cifras actuales son difíciles de rastrear, pero el Consejo Indio de Investigación Médica estima que ayudar a los residentes y a los visitantes a tener hijos podría representar una industria de casi 6.000 millones de dólares al año.

“Definitivamente va a aumentar con la educación y el alfabetismo, especialmente en un país como la India”, dijo Gautam Allahbadia, un especialista en fertilidad de Mumbai que recientemente ayudó a una pareja de Singapur a encontrar una madre sustituta india. Y recibió pedidos similares de Estados Unidos, Israel y España. A la vanguardia de la industria naciente está la pequeña ciudad de Anand, donde la ginecóloga Nayna Patel observa una mini explosión de nacimientos. Pero tres de sus recientes e inminentes bebés no se sumarán a la población de 100.000 habitantes de Anand: tres de los chicos están destinados a Estados Unidos, dos a Gran Bretaña y tres a otras partes de la India.

Antes que la práctica de Patel comenzara a atraer la atención nacional e internacional, Anand fue famosa durante décadas como la capital de la leche de la India. Hoy, la ciudad hace alarde de unas 20 mujeres jóvenes que se ofrecieron como voluntarias para que les implantaran embriones en la clínica de Patel. Unas pocas ya pasaron por ese proceso una vez y están ansiosas por una segunda vuelta. Los potenciales clientes extranjeros se enteran de la existencia de Patel por referencias o a través de redes online y sitios web informales que abordan cuestiones referidas a la infertilidad. Cuando se ponen en contacto con ella, e invierten el tiempo, la energía y el dinero para llegar a Anand, normalmente están desesperados por un hijo y emocionalmente devastados después de años de intentar concebir sin éxito.

Las madres sustitutas deben tener entre 18 y 45 años, estar en buen estado físico y ser ellas mismas madres, por razones físicas y psicológicas. El óvulo que se les implanta nunca es de ellas y proviene de un donante anónimo o de la mujer que quiere ser madre, y luego se lo suele fertilizar in vitro. Ambas partes firman un contrato bajo el cual los futuros padres se hacen cargo de la atención médica y la madre sustituta renuncia a todo derecho sobre el bebé, una cláusula que tranquiliza a muchas parejas extranjeras. La India no tiene leyes que regulen la industria de la fertilidad, sólo lineamientos no obligatorios emitidos por el consejo de investigación médica nacional. El grupo instó al gobierno a implementar legislación para asegurar la protección de los derechos de todas las partes.

Henry Chu © Los Angeles Times

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