Tuesday, March 06, 2007

Ansiedad: una sensación dura de domar

Los trastornos de ansiedad difieren del nerviosismo común. La ansiedad puede ser muy beneficiosa en dosis menores pero en dosis mayores puede hacer de la vida un infierno. "Si bien siempre ha existido, en la actualidad se encuentra entre los problemas más frecuentes". Son datos del Instituto Fleni, ofrecidos a Clarín, por los doctores Rodolfo Fahrer, Jefe del Departamento de Psiquiatía, Salvador Guinjoan, médico de los Departamentos de Psiquiatría y Neurología Cognitiva, y Ramón Leiguarda, Jefe del Departamento de Neurología Cognitiva y director de esa institución.

Si los síntomas no se tratan, pueden llegar a empeorar. Además, las personas con ansiedad son más propensas a sufrir depresión. El rendimiento en el trabajo y en la escuela, y las relaciones personales también pueden verse afectados. Existen distintos tipos de trastornos de ansiedad y se clasifican de la siguiente manera:

Trastorno de pánico. Su síntoma central es el ataque de pánico; una combinación abrumadora de sufrimiento físico y psicológico. Durante el ataque se combinan distintos síntomas: fuertes latidos del corazón, sudor, temblor, falta de aire, sensación de asfixia, náuseas o dolor abdominal, mareo o aturdimiento, sentimiento de irrealidad o desconexión, confusión, escalofríos, golpes de calor.

Debido a la severidad de los síntomas, quienes lo padecen pueden creer que están sufriendo un ataque al corazón u otra enfermedad de riesgo.

Fobia. Es un temor excesivo y persistente a un objeto, situación o actividad específica. Provoca tal sufrimiento que algunas personas tratan de evitar por todos los medios ponerse en contacto con aquello que temen. Hay diversos tipos de fobias:

Fobia específica. Temor extremo o excesivo a un objeto o situación que normalmente no es dañino. Los pacientes saben que su temor es exagerado, pero no pueden superarlo. Algunos ejemplos: miedo a volar o a las arañas.

Fobia social Ansiedad e inquietud por miedo de avergonzarse o ser menospreciado en situaciones sociales. Algunos ejemplos: hablar en público, conocer gente o utilizar baños públicos.

Agorafobia. Temor al encierro a sentirse asfixiado. Miedo a encontrarse en situaciones donde escapar puede ser difícil o vergonzoso donde recibir ayuda puede no ser posible. La agarofobia si no se tratar puede ser tan grave que la persona se niegue a salir de su casa.

Trastorno obsesivo-compulsivo. Las obsesiones son pensamientos perturbadores e irracionales recurrentes. Causan una gran ansiedad y no pueden controlarse por medio de la razón. Algunas incluyen preocupaciones por la suciedad o los gérmenes, dudas persistentes y la necesidad de tener todo en un orden muy particular. Para minimizarlas, muchas personas que sufren de trastornos obsesivo-compulsivos (TOC), tienen comportamientos repetidos (compulsiones). Ejemplos: lavarse las manos repetidamente, verificar una y otra vez que la llave del gas esté cerrada, tener reglas rígidas.

Trastorno de estrés post-traumático (TEPT). Ocurre en individuos que han sobrevivido a una situación grave o aterradora, ya sea física o emocional. Las personas que sufren de TEPT pueden tener pesadillas recurrentes y escenas retrospectivas donde el evento parece suceder nuevamente.

Otros síntomas: sentirse petrificado o aislado, sueño agitado, estado de nerviosismo, irritabilidad. Algunas situaciones que pueden provocar el TEPT incluyen un ataque personal violento, desastres naturales, tragedias (por ejemplo, un accidente aéreo), abuso físico o sexual durante la infancia o presenciar cómo otra persona resulta gravemente herida.

Trastorno de ansiedad generalizado. Las personas con trastornos de ansiedad generalizados (TAG) sufren tensiones severas y continuas que interfieren con su desempeño diario. Se preocupan constantemente y se sienten incapaces de controlar estas preocupaciones. Sus preocupaciones se centran en sus responsabilidades laborales, en la salud de su familia o en asuntos menores como pueden ser las tareas domésticas, la reparación del automóvil o las citas. Es posible que tengan problemas para dormir, dolores musculares, temblor, debilidad y dolores de cabeza.

Desafortunadamente, muchas de las personas con trastornos de ansiedad no buscan ayuda. No se dan cuenta de que sufren una enfermedad. Otras, temen que sus familiares o amigos los critiquen si buscan ayuda.

Las cifras de la ansiedad también son llamativas. "La edad mediana de inicio son los 15 años y varias formas de trastornos de ansiedad son más frecuentes en mujeres", explican los especialistas de Fleni.

El problema puede ser hereditario. Sin embargo, la contribución genética parece ser mayor en algunos trastornos de la ansiedad que en otros. En particular, parece máxima en el trastorno por pánico (episodios repetidos de varios de los síntomas citados más arriba, sin causa aparente).

Estudios recientes también han demostrado que determinados genes, sobre todo aquellos ligados al transporte de la serotonina (una sustancia implicada en la ansiedad y la depresión y en muchos otros problemas neuropsiquiátricos y cognitivos), está relacionada con la ansiedad y se asocia a una menor concentración en determinadas zonas del cerebro como el hipocampo, de una sustancia involucrada en la transmisión de las señales.

Es decir, en las personas con estos trastornos o defectos genéticos la concentración de una sustancia que es el N acetil D aspartato en el hipocampo está inversamente relacionada con el grado de ansiedad. Tambiém se ha encontrado que ciertos tipos de estrógenos en animales disminuyen el comportamiento depresivo y de ansiedad. La interacción gen-medio ambiente es la que finalmente determina el estado de ansiedad o la tendencia a la ansiedad.

Un trastorno de ansiedad afecta una variedad de funciones fisiológicas, dado que un canal de expresión de la ansiedad es el sistema nervioso autónomo, que inerva a todos los órganos del cuerpo.

Así, aparte de disminuir el desempeño intelectual, se ven frecuentemente afectadas funciones fisiológicas tales como el sueño, el apetito y la función sexual. Al verse afectadas estas funciones, pueden retroalimentar negativamente el cuadro, produciendo más ansiedad. Por otra parte, estos pacientes tienen mas riesgo de desarrollar episodios depresivos, especialmente si el trastorno es prolongado o severo.

Por todas estas razones, son importantísimos los métodos de diagnóstico médico.Toda evaluación de una persona que se queja de ansiedad debe ser meticulosa para determinar con exactitud 1) si los síntomas son un problema de ansiedad o si representan un problema médico subyacente y 2) si no hay medicamentos o drogas que pueden estar causando o empeorando los síntomas ansiosos.

Aparte del interrogatorio médico, es necesario un examen físico (incluyendo el examen neurológico) y, según lo indique el criterio médico, exámenes de laboratorio de rutina o hasta estudios complementarios neurológicos, como el electroencefalograma o un estudio de imagen cerebral (generalmente, resonancia magnética). Si bien la mayoría no revisten dificultades diagnósticas, todas estas patologías deben ser cuidadosamente descartadas porque el tratamiento es muy distinto en esos casos.

¿Cómo se combaten los trastornos de ansiedad?. Como en otras áreas de la medicina, cada paciente requiere un tratamiento personalizado de acuerdo con el problema de ansiedad, sus creencias y preferencias.

Muchos pacientes responden a ciertos tipos de psicoterapia. Otros, requieren, además, de medicamentos. En general, los trastornos de ansiedad responden bien al tratamiento y es posible ser muy optimista frente al resultado de los mismos.

María Copani
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