Tuesday, March 06, 2007

Hiptonizados

La hipnosis, con su larga y accidentada historia en la medicina y en el espectáculo, está recibiendo una nueva atención –más respetuosa– por parte de los especialistas en neurociencias. Estudios recientes sobre personas susceptibles a la sugestión indican que cuando éstas actúan en ese estado el cerebro revela profundos cambios en la manera en que procesa la información. Según los investigadores, la sugestión modifica literalmente lo que la gente ve, escucha, siente y cree como verdadero.

Los nuevos experimentos, que emplearon estudios por imágenes, descubrieron que la gente hipnotizada veía colores donde no existían. Otros perdieron la capacidad de tomar decisiones simples. Un tercer grupo consideró que palabras de su propia lengua eran sinsentidos incomprensibles.

"La idea de que las percepciones pueden ser manipuladas por medio de las expectativas es fundamental en el estudio de la cognición –dice Michael I. Posner, profesor emérito en Neurociencias de la Universidad de Oregon, EE.UU.–. Pero ahora hemos empezado a desentrañar los mecanismos."

Aun con poca comprensión de su funcionamiento, la hipnosis ha sido empleada en medicina desde la década de 1950 para tratar el dolor y, más recientemente, se la ha utilizado como tratamiento para la angustia, la depresión, los traumas, el síndrome de colon irritable y los desórdenes de la alimentación.

Sin embargo, hay desacuerdo acerca de qué es exactamente el estado hipnótico, sobre si se trata de algo más que un esfuerzo por complacer al hipnotizador o una forma natural de concentración extrema en la que las personas ignoran su entorno por estar "perdidas" en sus propios pensamientos.

La hipnosis tuvo un falso comienzo en el siglo XVIII, cuando un médico alemán, Franz Mesmer, ideó una cura milagrosa para las personas que padecían toda clase de males inexplicables. Con luz tenue y la música etérea de una armónica, Mesmer les infundía a sus pacientes un "fluido magnético" invisible que sólo él era capaz de dominar. "Mesmerizados" de esa manera, sus pacientes se curaban.

Aunque Mesmer acabó desacreditado, fue la primera persona que demostró que era posible manipular la mente por sugestión, afirman los historiadores. Este descubrimiento fundamental fue retomado por James Braid, un oftalmólogo inglés que en 1842 acuñó el término hipnosis, que procede de la palabra griega que designa el sueño.

Dicen que Braid lograba que sus pacientes entraran en trance mirándolos fijamente, pero en realidad no sabía cómo funcionaba ese mecanismo. En esa ignorancia, la hipnosis fue adoptada por los espiritistas y magos, que usaban relojes de cadena para inducir un estado hipnótico en los voluntarios, y los hacían bailar, cantar o actuar como si fueran otra persona, sólo para despertarlos con un chasquido de los dedos en medio de las risas del resto de la audiencia.

Flores a la vista

Sin embargo, en manos de los médicos la hipnosis no fue cosa de risa. En el siglo XIX, galenos de la India emplearon exitosamente la hipnosis como anestesia, incluso para amputaciones de miembros. La práctica cayó en desuso con el descubrimiento del éter.

Ahora, el doctor Posner y otros dicen que las últimas investigaciones sobre hipnosis y sugestión proporcionan un nuevo enfoque y arrojan más luz sobre las funciones normales del cerebro.

Una de las áreas que se han iluminado es la del procesamiento de datos sensoriales. La información suministrada por los ojos, los oídos y el cuerpo es transmitida a las regiones sensoriales primarias del cerebro. Desde allí, se envía a las llamadas regiones elevadas, donde se produce la interpretación.

Por ejemplo, los fotones que rebotan de una flor llegan primero al ojo, donde se convierten en un patrón transmitido a la corteza visual primaria. Allí, la forma general de la flor es reconocida. El patrón se transmite a continuación a una región más alta –en términos de funciones–, donde se reconoce el color, y luego a un nivel aún más alto, donde la identidad de la flor está codificada, junto con otros conocimientos acerca de ese capullo en particular.

Existe el mismo flujo de procesos, desde los más bajos hasta los más altos, en el caso de los sonidos, el tacto y otras clases de información sensorial. Los investigadores llaman feedforward a este flujo. A medida que los datos sensoriales crudos se transmiten a una parte del cerebro que crea una impresión consciente comprensible, los datos pasan desde lo más bajo a lo más alto.

Manojos de células nerviosas dedicadas a cada uno de los sentidos transmiten la información sensorial. Lo que resulta sorprendente es la cantidad de tránsito que existe en el otro sentido, desde arriba hacia abajo, algo llamado feedback. Existen 10 veces más fibras nerviosas transmitiendo la información hacia abajo que las que existen para la transmisión ascendente. Estos extensos circuitos de feedback implican que la conciencia –lo que la gente ve, escucha, siente y cree– está basada en lo que los especialistas en neurociencias denominan top down processing. Lo que uno ve no siempre es lo que entiende, porque lo que se ve depende de un encuadre construido por la experiencia, que incide en la manera de interpretar la información en bruto... ya sean una flor, un martillo o una cara.

La estructura top-down explica muchas cosas. Si la construcción de la realidad involucra tantos procesos top-down, es lógico que los placebos sean potentes (una píldora de azúcar hará que uno se sienta mucho mejor), al igual que los nocebos (un brujo puede enfermarnos), la terapia conversacional y la meditación. Si logramos convencer al nivel más alto, los datos transmitidos por el nivel inferior serán invalidados. Esta estructura cerebral también puede explicar la hipnosis, que en definitiva sería la creación de un proceso top-down tan formidable que logra que la sugestión invalide la realidad.

Décadas de investigación demostraron que entre un 10 y un 15% de los adultos es muy hipnotizable, dice David Spiegel, psiquiatra de Stanford que estudia los usos clínicos de la hipnosis. Sin embargo, hasta los 12 años, antes de que maduren los circuitos top-down, entre un 80 y un 85% de los niños es altamente susceptible a entrar en ese estado.

En algunos trabajos recientes, Amir Raz, profesor asistente de neurociencias en Columbia, estudió a personas elevadamente hipnotizables con la ayuda de un test psicológico estándar que explora el comportamiento cerebral. Como mago profesional que se convirtió en científico para entender mejor la escurridiza naturaleza de la atención, Raz afirmó que "quería hacer algo realmente digno de admiración", que otros científicos verdaderamente no pudieran pasar por alto.

La investigación, llamada test de Stroop, presenta palabras en letras de imprenta de color rojo, azul, verde y amarillo. El sujeto debe oprimir un botón para identificar el color de las letras. La dificultad es a veces que la palabra rojo está escrita con letras de color amarillo. O que la palabra amarillo es de color azul.

En las personas alfabetizadas, el acto de leer está tan profundamente arraigado que invariablemente les lleva un poco más de tiempo superar la lectura automática de una palabra como rojo y apretar el botón que dice verde. Esto se denomina efecto stroop.

Dieciséis personas, la mitad elevadamente hipnotizables y la mitad resistentes a la hipnosis, se presentaron en el laboratorio de Raz tras haber pasado por la prueba de susceptibilidad a la hipnosis. Les dijeron que el propósito del estudio era investigar los efectos de la sugestión sobre el desempeño cognitivo. Cuando cada persona estuvo bajo inducción hipnótica, el doctor Raz les dijo: "Muy pronto estarán jugando un juego de computación dentro de un escáner cerebral. Cada vez que escuchen mi voz, advertirán que aparecen símbolos sin sentido en medio de la pantalla. Les parecerán caracteres de un idioma extranjero que desconocen y no harán ningún esfuerzo por atribuirles significado.

"Estos sinsentidos estarán impresos en uno de cuatro colores de tinta: rojo, azul, verde o amarillo. Aunque sólo prestarán atención al color, verán los signos claramente. Deben oprimir rápidamente la tecla que corresponde al color que se les muestre. Pueden jugar a esto sin esfuerzo. En cuanto se detenga el ruido del escáner, volverán a leer normalmente."

Raz terminó la sesión de hipnosis dejando a cada persona una sugestión poshipnótica, una instrucción para realizar una acción mientras no se encontraban bajo el estado de hipnosis.

Días más tarde, los sujetos ingresaron al escáner cerebral.

Cuando escucharon las instrucciones de Raz, los sujetos muy hipnotizables no padecieron el efecto stroop. Los que veían las palabras en su lengua como sinsentidos les asignaron instantáneamente los colores correctos. Pero en los sujetos resistentes a la hipnosis prevaleció el efecto stroop, lo que los hizo significativamente más lentos para nombrar los colores.

Cuando se compararon los escáneres de ambos grupos emergió un patrón claro: entre los hipnotizables, el área visual del cerebro que usualmente decodifica las palabras escritas no se activó. Y también se enmudeció una región frontal del cerebro que usualmente detecta los conflictos.

Los procesos top-down superaron a los circuitos cerebrales dedicados a la lectura y la detección de conflictos, aunque Raz afirmó que no sabía exactamente cómo había ocurrido ese proceso. Esos resultados aparecieron en julio pasado en The Proceedings of the National Academy of Sciences.

Otros estudios por imágenes del cerebro señalan la existencia de mecanismos semejantes en estado de sugestión. Las personas hipnotizables fueron capaces de "extraer" el color de coloridos dibujos abstractos o de "agregar" color al mismo dibujo cuando se lo presentaban en matices de gris. En cada uno de esos casos, las partes del cerebro involucradas en la percepción del color se activaron de manera diferente.

Los estudios por imágenes del cerebro revelan que los mecanismos de control que deciden qué hacer ante un conflicto no se articulan cuando la persona se encuentra bajo hipnosis. Los procesos top-down superan a la información sensorial, es decir, a la que va desde abajo hacia arriba, dice Stephen Kosslyn, especialista en neurociencias de Harvard. La gente piensa que la visión, los sonidos y el tacto que proceden del mundo exterior constituyen la realidad. Pero el cerebro construye lo que percibe sobre la base de la experiencia pasada, añade Kosslyn.

La mayor parte del tiempo, la información que va desde abajo hacia arriba equivale a las expectativas top-down, señala el doctor Spiegel. Pero la hipnosis es interesante porque crea un desequilibrio. "Imaginamos algo diferente, así que es diferente", concluye.

Sandra Blakeslee
The New York Times

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